Foto de unidad de Juntos por el Cambio con mensaje a Manes y Macri
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Sonrientes y separados por la escultura de una llama, Gerardo Morales y Patricia Bullrich se reunieron para mostrar que los temblores generados por Facundo Manes quedaron en el olvido, al menos para las cúpulas del PRO y la UCR. El encuentro entre los dos presidentes de los partidos mayoritarios dentro de Juntos por el Cambio, además del gesto de unidad, estuvo centrado en el plan de gobierno consensuado para el año que viene. En ese acuerdo, ninguna visión deberá imponerse sobre la otra y el resultado final llegará luego de un trabajo conjunto.
“Trabajamos por la unidad de JxC”, lanzó Bullrich tras la reunión despejando cualquier posibilidad de ruptura. Ese rumor de quiebre fue desmentido la semana pasada por el propio Manes que acusó, entre líneas, que nunca tuvo la intención de apartarse y que los temblores fueron generados por los dirigentes que decidieron atacarlo. Después de esa aclaración hecha en Córdoba, llegó la foto institucional para mostrar el bienestar entre los dos partidos protagonistas del choque público.
En su crítica al PRO (porque Manes no sólo apuntó contra Mauricio Macri sino que el año pasado lo hizo contra Horacio Rodríguez Larreta), el neurocientífico quedó aislado, en la disputa, por la dirigencia de su partido. El primer gran gesto fue el comunicado de la UCR despegándose del diputado y, ahora, la foto de unidad con el bando amarillo. También es cierto que no todo el partido centenario se alineó detrás de Morales, a quien varios acusan de querer generar las condiciones para pactar con el PRO. Un PRO, claro, que no tenga al ex presidente como protagonista único. Para el jujeño, contrariamente a las sospechas, sus acciones estuvieron y están orientadas a fortalecer al espacio centenario dentro de la alianza.
La paz, sin embargo, ya fue sellada. Bullrich y Morales se encontraron en la Casa de Jujuy para poner en común los documentos trabajados por las Fundaciones de ambos partidos para lograr “un programa común” que genere “una propuesta valiente con la fuerza que necesitamos” y que saque a la Argentina “de esta crisis producto de la desidia, la falta de gestión y las luchas de poder”.
Ese temario se convirtió en un punto llamativo, si bien está dentro de las conversaciones lógicas para esta altura del año, a poco del deadline autoimpuesto para presentarlo. Cuando Macri decidió dar a conocer algunos fragmentos de su nuevo libro, con un fuerte intento de condicionar a los posibles candidatos opositores, el radicalismo advirtió que lo que planteó el ex presidente no está estrictamente atado al trabajo de las Fundaciones. En realidad, los objetivos generales son compartidos, las diferencias nodales están en las formas. En, básicamente, quién paga el ajuste, en cómo se implementan las medidas. En la moderación o no moderación.
La observación de la distancia existente entre el punteo de Macri y el análisis de las fundaciones le dio otro valor al encuentro entre los presidentes de los dos partidos. En el bullrichismo, de hecho, tomaron el adelanto del libro como un pensamiento personal y no como una orden. No habrá un único dirigente que defina el rumbo de Juntos por el Cambio, el trabajo deberá ser conjunto, con los condicionamientos de todos adentro y, en el mejor de los casos, evitando absorber la impronta de Mauricio porque la sociedad, entendieron algunos, está cansada de la confrontación.
El plan logrará sintetizar las visiones e intenciones de todos. O al menos eso esperan. Y las fundaciones de los partidos centrales de Cambiemos fueron las encargadas de trabajar, por temática, distintos documentos de análisis de la situación y propuestas concretas para intentar abordar los problemas actuales. Según anticiparon hace meses, el documento debería estar listo a fin de año. En caso de lograr ese texto consensuado, el desafío pasará por respetarlo.
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